El estilo de vida de una persona que vive con epilepsia es clave para un tratamiento exitoso.
Las terapias dietéticas cetogénicas (TDC) tienen efecto neuroprotector y anticonvulsivante, reducen las crisis epilépticas y mejoran el estado cognitivo en pacientes epilépticos (1)
El estilo de vida del paciente con epilepsia debe guiarse por unas pautas comunes que consisten en ser prudente con las bebidas alcohólicas, tener hábitos de sueño adecuados, evitar el estrés elevado, tomar de manera correcta la medicación y seguir las pautas de seguridad indicadas por el neurólogo.
Si es necesario, una intervención psicológica adecuada, individual o en grupo, ayuda a mejorar la aceptación de la enfermedad, el cumplimiento con el tratamiento y a disminuir la ansiedad. Se ha demostrado que el riesgo de provocar crisis aumenta con una ingesta de 50 g de etanol al día: a mayor ingesta de alcohol, mayor riesgo de crisis.
Se considera que el ejercicio físico puede ser beneficioso para las personas con epilepsia. Los beneficios están relacionados con la mejoría de la salud cardiovascular y psicológica, con una mayor actividad social y con la reducción de los niveles de estrés, lo que puede traducirse en un menor número de crisis (2)
Se plantea que la actividad física eleva la noradrenalina y ejerce un efecto protector, ya que inhibe el mecanismo responsable de la diseminación de la actividad epiléptica.
Se ha postulado que la actividad física tiene efectos beneficiosos en las personas con epilepsia; se sugiere que retrasa el proceso epileptógeno, reduce la frecuencia de las crisis epilépticas y promueve cambios favorables en el cerebro (3)